Ella sostenía un escapulario formado por dos franelas blancas unidas por una cuerda. Una franela tenía la imagen de la Santa Faz, la otra una Hostia, rodeada por un resplandor solar. Nuestra Señora se dirigió hacia mí y me dijo: “Escúchame bien e informa al Padre [espiritual]: este escapulario es un arma de defensa, un escudo de fortaleza, una promesa de misericordia que Jesús quiere dar al mundo en estos tiempos de sensualidad u odio contra Dios y la Iglesia. Los verdaderos apóstoles son pocos, se necesita un remedio divino, y este remedio es el Santo Rostro de Jesús.